A todos nos ha ocurrido que al salir de un acontecimiento o circunstancia éste termina repitiéndose al tiempo. En el principio no nos solemos percatar porque el cambio de escenario y personajes hace que nos distraigamos con el movimiento de lo nuevo, pero sin embargo conforme las circunstancias no son novedosas vamos percibiéndonos como en una repetición de lo que dejamos atrás.
Nos suele pasar y no sabemos el porqué volvemos a caer en los mismos patrones, emociones, sensaciones y acontecimientos que nos resuenan copiados del pasado. La sensación es o bien como una condena, como un castigo, o la culpabilidad de que algo no estamos haciendo correctamente. Nos acomplejamos con la idea de que no escogimos adecuadamente, que no supimos realizar una buena elección y por ello las consecuencias son las mismas que antaño.
Curiosamente lo que pretendemos es forzar el cambio de esa circunstancia para que se adapte a nuestro deseo personal lejos de que se repita lo del pasado, y por más esfuerzo que pretendemos sucede que culmina con la misma sensación que sentimos entonces. Sufriendo así el peso del doble fracaso: el anterior no cerrado y el nuevo repetido.
La indignación que sentimos suele proyectarse inconscientemente hacia fuera, haciendo culpables a los otros, a la circunstancia en sí, a un prejuicio sostenido de los acontecimientos o a la Vida en cualquiera de sus formas (devenir, Dios, destino…) Pero en nuestro interior la rumiación silenciosa de pesar sopesa la pesadez de sentirnos indignos e indefensos como castigo porque no hemos sabido ser correctos, adecuados, en definitiva, buenos como para no ser castigados.
En la mayoría de las corrientes de desarrollo personal y en la psicología positivista esto es una «señal» de la Vida o el Universo para comprender que no has transcendido algo, que aún hay algo en ti que no has logrado superar y es por ello que la secuencia se repite, como oportunidades para que logres crecer a través de esa «lección de vida». Este enfoque sigue apostando por la idea religiosa de una divinidad (sea ésta ahora el Universo o la Vida) que está por encima de ti y te desafía para que te superes, y que si no lo logras eres «castigado» para volver a repetirse una y otra vez.
Pero, ¿superar qué?
Igual lo que habría que superar es todo ese tinglado acerca de «algo» superior que te muestra el camino del cielo, paraíso, eternidad, abundancia, eso sí, una vez te superes a ti mismo…
Pero, ¿superar qué?